Escúchame lector: ¡Esto no es un cuento!

viernes, 21 de mayo de 2010
La Poupee. Hans Bellmer.


Por Armando Almánzar Botello



Texto corcel y travesti para ser leído briosa, aceitosa gozosa untuosa, sinuosamente clemente al modo Parmigianino -erótica fluencia demente de culebras ondulantes-, límpida cadencia sapiente de látigos bien pensantes.


Genotexto pagano y sin fines para ser fraseado en la misa con sacra humareda de órganos, incienso mirra y paciencia; con la suavidad peliplúmbea de vaselina corriente sobre una espalda esplendente de madonna serpentina... Para ser oficiado, lamido; desleído leído sorbido, al estilo sadiano y barroco, diabólico-incestuoso, dulce asesino tortuoso, del sacerdote Genet...

Había una vez una niña -¡mala, mala, zorra niña!-, una mula con sus muelas que devino muchas niñas y ninguna: Alicia, Eloísa, la Leticia, la Felicia...¡malas leches! Odaliscas ojerosas, temerosas, rencorosas, arrogantes y envidiosas de aquellas criaditas, tan distintas y bonitas, tan kafkianas, menuditas, tan amadas por Genet, Artaud, Perlongher, Monterroso... ¡ni te cuento, neobarroso!

En fin, había una vez la bestia niña, malescrita, revertida, desgarrándose la carne del miedo a dentelladas, el cuerpo de un poema podrido ante su espejo. Y allí la mala niña rota toda en mil pedazos -roto el mundo por los hombres, por la técnica y su rayo- dibujó ya sin rubor sus mamarrachos.

De improviso se vistió de terciopelo y astrolabios, ensambló su nueva carne con máquinas y cables ¡y llovieron tremebundos desde el cielo los aplausos!

Y dale niña mala desde entonces con los viajes. Se operó la muchachito de Academia "Y" Congresista, y siguió camino arriba por la luna y más allá, mas lo malo es que ella iba sin permiso de Lacan -¡Cirugía metafísica, la ética está tísica!- vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver.

Desde un barrio cochambroso de su aldea ensimismada, marimacho, la brujita, ocultando bajo faldas vaporosas el fantasma carnal de su deseo, en su escoba subió al cielo, con un premio programado voló a Texas. Y allí la niña gruñe, estudia, finge, lucha; aprende y se da ducha desnuda ante un espejo. Ante un espejo roto ella se afeita el pubis: inhumana, tersura de la máquina. ¡Oh monstruo niña loca!

Cyborg muerde rota bombones de otras niñas. Canta y sigue fea. Desdoblada en su escritura ríe Occam la muchachito su navaja filosáfica de Lesbos... Lluvia, truenos, viento. ¡El tiempo corre, vuela! Un relámpago es lo eterno. Ya no muerde la niña con sus dientes, te tritura en su abismo con encías... El tiempo corre, vuela; la niña es hoy abuela...

Permítanle escribir en su agria piel que piensa -podrido palpitante papel de la cebolla, potencia en lo sensible de un pensar que no se miente- su oscura desastrosa confesión irrevocable: "Algo me hizo falta, me hizo falta Eso: una llave luminosa de cristal allá en mis manos, que me abriera la cajita milagrosa de los sueños, que alumbrara, en mi carne imaginaria florecida de juguetes -¡sorprendente anamorfosis!- el péndulo tremendo de Foucault entre mis piernas"...

¡Detente! La cámara en su trípode. Sonríe ahora niña. ¡Exacto! Perfecta la postura. Aguárdame un instante... ¡Clic! Estás absuelta... Observa tu instantánea: ¡Disfraz de cuerpo entero!

¡Qué mala es esta niña! ¡Qué fea eres, piedra! Te condeno por araña a ser la novia del vecino. Te destino a matar búhos cada noche con escobas. Vaticino tus conquistas en las logias de cadáveres. Te obligo a darle un beso a la otra de ti misma. ¡Oh, escritura!

Como un ángel iracundo te condeno para siempre a surcar la periferia danzando con mestizos; a ser letra cautiva en la penumbra de tu espejo. Turbio río fronterizo, guanaco presumido, ciega nómada en el miedo; impotencia en lo sensible de un pensar que ya no piensa... ¡Oh, escritura!: fría lágrima dormida en la piel de una cebolla.

Escúchame lector/a, hondo asómate al espejo: ¡Madame Bovary soy tú, y no lo niegues!



A Madame Orlan, artista francesa del arte carnal.
A la memoria de Denis Diderot.

Febrero de 2000

Tomado del libro Cazador de Agua y otros textos mutantes (Antología poética personal 1977-2002.) Editora Gente, Santo Domingo, R. D. 2003

¿Qué puede rota una mujer?

viernes, 19 de marzo de 2010
"Mujer ante el espejo" Paul Delvaux

Por: Armando Almánzar Botello 



¿Qué puede rota una mujer en soledad llorando,
si danza su temible verdad ante un espejo, si la escribe,

y la imagen de su madre con el humo persevera, 
en volutas y desastres la circunda,
le usurpa en el recóndito vitral su pensamiento,

le impide sonreír su propia imagen
y vuelve lentamente su rostro
un gris desierto?

¿Qué puede rota una mujer en soledad escribiendo?



© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, R.D. 2010.

¡Dancemos de nuevo el paisaje!

martes, 16 de marzo de 2010
                                    
        

                                                                                                     

                                                     
"Let us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherised upon a table"
T.S. Eliot
                                                                                                                                               

Por Armando Almánzar Botello




¡Vamos mujer a danzar el paisaje!
Vamos amiga:
¡dancemos el vértigo!

Contra el humo amarillo del tedio enjaulado
y su muerte de ratas y aullidos autistas,
abre las lumbreras de tu pensamiento.

De invidentes espejos vacíos y tristes,
del vuelo podrido en el entendimiento yerto
de cisternas con odio tapiadas,
huyamos amiga:
¡dancemos distancias!

¡Oh pantallas insomnes de espanto sombrío,
neón fraudulento y prosodia de sangre!
Alguien borra lo escrito y esgrime silencio...

Hacia un beso viajemos, hacia el horizonte...
Por el filo del cuchillo y su fría línea de muerte,
hacia la piel más intensa
de la contemplación ardiendo.

Regresemos al tiempo del milagro y los ancestros,
a las voces tranquilas de los montes clementes,
a la humildad preciosa de secretos metales,
al brío limpio del torrente y su lúcida cadencia.

Orgullosos de ser y en el des-ser veloces,
viajando con la furia por mi página despierta
desde un cielo sumergido enviemos cartas a la muerte...

¡Vayamos mujer a danzar el paisaje!
Vamos amiga:
¡dancemos el vértigo!



Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, R.D. 2010