LOS CLÁSICOS, LOS "LINDISTAS" Y EL CAMINANTE....

jueves, 20 de febrero de 2014


Duplicidad del caminante: nostalgia de la Fiesta y enraizamiento en sí mismo, en su mismo andar. Instante: felicidad en el Inquietum, existir en el Un-ruhiges (lo inquieto) como si fuese morada.Massimo Cacciari.

"Hay una única desviación, la desviación centrista; la elección del juego seguro, de evitar con actitud oportunista el riesgo de tomar partido clara y excesivamente." Slavoj Žižek.

Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse’s Crucifixion’, instaura un nuevo código discursivo que hace de su dicción un entramado de sólidas arquitecturas verbales e insólitos hallazgos expresivos”. Alexis Gómez-Rosa.





Por Armando Almánzar-Botello



Ciertas mentalidades carentes de verdadera perspicacia no conciben que un escritor y en particular un poeta, no se proponga ni desee continuar escribiendo ni leyendo repetitivas obras literarias producidas a granel, correspondientes a un determinado talante o registro histórico-semiótico, temático-formal, genérico y retórico-estilístico, ya severamente datado, agotado y clausurado. 

El auténtico creador, como explorador de nuevos sentidos y formas semióticas insospechadas, desdeña ciertas modalidades retóricas manidas por considerarlas demasiado previsibles.

Aquellas estructuras y fórmulas poéticas tan manoseadas 
muchas de ellas meros y desvitalizados neo-clasicismos, neo-romanticismos y/o pseudo-vanguardismos de cuarta, quinta o sexta generación— constituyen para el artista-caminante, comprendido como “injeto” (G. Deleuze), como generador, creador y explorador de nuevas madrigueras, agenciamientos maquínicos, laberintos, techos y membranas que comuniquen lo sideral con lo “éxtimo” (J. Lacan), simples “fantasmas de experiencia” completamente irrelevantes para su particular proyecto de escritura, para su nivel o grado atmosférico de percepción intensiva del mundo, para la densidad de una particular conciencia exploratoria del hecho poético de la que dicho artista participa creativo-dionisíacamente.

Cuando este sujeto-enigma, en su calidad de instancia “auto-biotánato-heterográfica” (J. Derrida), desea leer auténticos precipitados estilísticos tradicionales, clásicos, románticos, parnasianos, simbolistas… prefiere simplemente la relectura siempre novedosa de los Clásicos y de los Grandes Maestros de la Modernidad. Pero su acto de creación propio constituye siempre  —o por lo menos, así él se lo propone— la riesgosa exploración de una espesa “floresta semántico-sintáctica” virtual que, en un complejo y deleuziano rizoma o laberinto de fronteras a lo Wittgenstein, no se amarra a la seguridad de los límites y pretiles consabidos y programados.

Esta estrategia comporta, como bien dice Harold Bloom, una “relectura fuerte” de ciertos textos canónicos, una redescripción transformativa de las verdaderas grandes creaciones de una cierta tradición, sí, pero sólo si ello implica la incubación y generación de auténticos “valores est/éticos agregados”, los cuales germinan muchas veces fuera del ámbito de la fácil belleza convencional de bisutería y tocador.

La mera repetición de “cosas bellas” —sin riesgo cinegético ni fuerza de recreación, sin un genuino acto exploratorio e inventivo que como (i)legible acontecimiento inmanente siempre bordea la monstruosidad, la desmesura, lo siniestro y el exceso, aunque luego retorne a la definición de nuevos límites e inéditas territorialidades artísticas—, constituye tan sólo un ejercicio esteticista de salón y/o una insulsa barricada para pasar un grato momento de nostalgia pseudo-combativa y regodearse desmayadamente en la gastada y frívola doxa. Huera repetición retórica de unas “fiestas galantes” y de una fanfarria bélica y/o politicista; insistencia torpe que todavía pretende usurpar los vacuos resplandores evocados por el nombre desvaído de una ingenua “Revolución”, o en su defecto, cultivar un simple y demagógico purismo irrelevante que ignora la "escritura del desastre" (M. Blanchot), la recuperación fractal y parsimoniosa del sentido con posterioridad a su catastrófico vaciamiento vanguardista...

Algo muy diferente a la seguridad mediocre de un juego retórico preciosista o simplón 
—ludismo frívolo que pretende cerrar el camino, con lánguidos y jadeantes resplandores mentidos, a las auténticas y nuevas experiencias creadoras y/o legítimamente rememorantes (Andenken: Heidegger), lo constituye un intenso y lúcido proceso inventivo dirigido por una briosa voluntad de forma, la cual permite concebir y orientar la faena creadora como potencia, efecto y atributo de un sujeto de la escritura polivalente. 

Construido y trabajado por la letra y el universo de lo simbólico, dicho sujeto del acto de escritura, en su ardimiento prosódico, en la tectónica de su dicción en curso y en el juego hipercomplejo de la intertextualidad, explora un campo de posibilidades semióticas, estético-cognitivas, que se van actualizando —en la turbulenta embriaguez inteligente y en la manía dionisíaca y lúcida—, como ritmo-sentido transformativo y multiforme, como articulación (a)significante de nuevos modos de pensar y sentir los Universos Textuales. 





© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.

El gran negocio de odiar a Justin Bieber

jueves, 13 de febrero de 2014



CINISMO CAPITALISTA-FINANCIERO POSTMODERNO



Por Armando Almánzar-Botello



Con la figura de Justin Bieber se ha construido, mediáticamente, aquello que los pensamientos antropológicos de R. Linton y G. Devereux concibieron bajo la denominación de "modelo de mala conducta": No te comportes mal, pero si decides hacerlo, la forma "correcta" de irrespetar las normas, reglas y leyes establecidas, está definida por estos rasgos que codificamos para ti...

Claro, la utilización de los mecanismos de control que señalamos en el párrafo anterior nunca se ha revelado abiertamente por altoparlantes, televisión, Internet o declaraciones explícitas: es algo implícito en mensajes omitidos, subliminales y en una serie de comunicaciones socio-culturales plagadas de doubles-binds...

Evidentemente, nos encontramos frente a una manipulación perversa y cínica de la rebelión, la violencia y la inconformidad de los jóvenes por parte del Sistema de Control Capitalista, con los fines de mantener en los ámbitos clausurados de la banalidad inocua toda manifestación de rebeldía, y ofrecer de paso un ejemplo patente de radical no politización de la disidencia y el malestar en la cultura. 

Al mismo tiempo, con la agresividad inducida en el ciudadano común contra figuras tipo Justin Bieber —promocionado casi siempre en intervenciones mediáticas que resaltan sus desviaciones conductuales con respecto a la norma—, se satisfacen y promueven, haciendo uso de un criterio perverso-inmunológico, las pulsiones sádicas contra "el cuerpo extraño de los inmigrantes" (Bieber es de origen canadiense) y se propone a la "conciencia internacional" un falso y siniestro paradigma, hipócrita y conservador, del "chivo expiatorio", de "la víctima propiciatoria" definida como tal por su mala conducta. Esto permite a los niños y adolescentes de los países que se encuentran bajo el influjo cultural de la órbita norteamericana, descargar parcialmente y de forma proyectiva su agresividad y su odio mediante el expediente o recurso         —lúdico-cibernético en muchas ocasiones—, de expulsar o asesinar-agredir, simbólica, ritual y virtualmente, a una nueva figura postmoderna del "fármakos", de la "víctima sacrificial". 

Conjuntamente con cierta práctica "filantrópica", el asesinato fantasmático por procuración, la descarga virtual y proyectiva del odio, la agresividad y la envidia contra víctimas construidas por el marketing, constituyen nuevas enfermedades del alma (J. Kristeva) y dispositivos de enfriamiento de tensiones en el entramado maquínico del sistema capitalista tardomoderno.

El joven cantante procedente de Canadá, constituye, simultánea y ambiguamente, un objeto de "admiración y culto" (Bieber, independientemente de que su música sea buena o mala, aporta un buen dinero al fisco estadounidense y gusta a miles de fans) y un objeto maldito de "rechazo", por ofender los valores morales y prejuicios del "ciudadano estándar norteamericano"...

De esta forma, el Biopoder oculta o enmascara su compromiso con la violencia más cruda (crímenes de la paz y crímenes de la guerra), y ofrece un señuelo-pararrayos, propicio y tranquilizador, cuyo funcionamiento estratégico permite escamotear los verdaderos problemas, violencias e injusticias que afectan al mundo en el contexto del específico malestar capitalista contemporáneo propio de la denominada Cultura Global...

Un niño pre-púber de la clase popular dominicana me comunicó hace poco, plenamente convencido de lo que me decía, que la persona más merecidamente odiada en todo el mundo era Justin Bieber... 

Muchas veces, bajo la banalidad del objeto de estudio se oculta la fantasía inconsciente que subtiende la ideología más básica del Sistema Capitalista de Control: la cínica rentabilización del crimen y el odio, el negocio de la victimización sado-masoquista y una negación sinuosa y perversa de la radical alteridad de los Otros.



© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.