SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
Por Armando Almánzar-Botello
Para facilitar —y en ciertos casos evitar— que alguien pueda "trazar el algoritmo de mi personalidad con la mera interpretación de los unos y los ceros" que generan mis intervenciones en las redes sociales, he optado por nunca decir en ellas algo realmente personal o privado como, por ejemplo: Que participo de un sentir sinceramente fascista; que soy soltero y sin hijos, muy religioso y antidemocrático; que gozo como amante de los localismos folclóricos finlandeses y cibaeños, pero que soy, en el fondo, discretamente universalista; que pretendo ser un verdadero apasionado de la literatura y la filosofía con laureles; que de hecho soy pedófilo por vocación celeste; libidinal amante de las taxonomías y los atractores de Lorenz; adversario declarado de los perros, las jutías y los gatos; mentiroso; enemigo jurado del teatro, de mi madre y de la música; renuente a jugar con la verdad, el placer, el dolor, la mentira y el lenguaje de los humildes, pero asimismo de los poderosos, y —¡algo muy importante para predecir mi comportamiento, aunque no concluya el inventario!—: fervoroso y clásico vegetariano-naturista con fantasías posthumanas de orientación sádica y caníbal... Pero después he pensado, como un cangrejo cauteloso, que al fin y al cabo, también el que publica cualquier "libro laico" de ficción o no-ficción, de poesía o teneduría neutra, texto digital o impreso al modo tradicional pero con la posibilidad de alcanzar cierta mínima difusión, se encuentra siempre, relativa e inevitablemente, perdido para sí mismo y para el Cielo Ataráxico de los Perversos Cartomantes Ortododoxos...
© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.
Santo Domingo, República Dominicana.
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